En los últimos tres años, las semillas campesinas y los productos derivados de ellas (verduras, harina, pan...) han resultado cada vez más atractivos para los agentes de la agroindustria como un nicho de mercado interesante. En Francia, optamos por utilizar el concepto de "bienes comunes" para no reducirnos únicamente a los productores económicamente valiosos ( véase aquí para los materiales en inglés).
Definir nuestras semillas como un "bien común" significa que no las vemos como un recurso a explotar, sino como un recurso a gestionar a largo plazo por todos los usuarios, desde el campo hasta el plato. También significa que hay una comunidad local en torno a las semillas campesinas que está definiendo las reglas de uso de estas semillas, en paralelo al mercado y a la administración estatal. Para responder a estas cuestiones, trabajamos juntos para validar nuestra carta ética y actualizar nuestra definición de semillas campesinas. Son herramientas que nos sirven de brújula en el contexto económico actual. Durante dos años, organizamos la reflexión entre nuestros miembros para elaborar nuestra carta que fue aprobada a finales de 2019 ( encuéntrela aquí , en francés). Este proceso y su resultado compartido son una herramienta preciosa para definir nuestros valores y reafirmar nuestra identidad. Los "bienes comunes" forman parte de ello, por supuesto. La relación con lo vivo (con una coevolución entre humanos y plantas), y la necesidad de intercambios colectivos son las otras dos ideas fuertes desarrolladas. Simultáneamente, también actualizamos nuestra definición de semilla campesina como "un bien común en coevolución entre plantas cultivadas, comunidades y territorios". Explicamos la necesidad de producir las semillas en su propia granja o jardín en el marco de una comunidad de usuarios que pretende alcanzar la autonomía de las semillas ( encuentre la definición completa aquí, en " Les semences paysannes c'est quoi ? ").